sábado, 19 de octubre de 2013

Una historia de esas que te hacen pensar

Malala Yousafzai es una chica paquistaní de 16 años. A sus 13 años, escribió un blog para la BBC en el defendía el derecho de las mujeres a la educación, algo con lo que los talibanes no estaban nada de acuerdo. Como no querían que siguiese escribiendolo, la amenazaron de muerte. El 9 de Octubre de 2012 cumplieron con sus amenazas. Un grupo terrorista asaltó el autobús escolar en el que iba y le dispararon repetidas veces hiriéndola en el cráneo y el cuello, por lo que tuvo que ser hospitaliza. Todos temían por su vida, pero afortunadamente sobrevivió.
El portavoz del grupo terrorista, al enterarse de que no había fallecido, amenazó con atacarla de nuevo hasta conseguir su objetivo.
Una semana después del atentado la trasladaron a un hospital del Reino Unido, donde continuo recuperandose y más tarde se sometió a una cirugía reconstructiva. Fue dada de alta el 4 de Enero de 2013.
Desde el atentado, Malala se ha convertido en un símbolo mundial para la educación de las mujeres. Desde que fue dada de alta, ha recorrido el mundo para seguir defendiendo lo que un día empezó en aquel blog. Su labor ha sido reconocida hasta el momento con premios como el Nacional de la paz, el premio Sajarov y el premio Simeone de Beauvoir. También ha sido nominada este año al premio Nobel de la paz.
Increíble, ¿verdad? Como alguien tan joven como Malala tuviese el valor que muchos nunca llegan a tener por defender algo que casi le costó la vida. He elegido esta historia principalmente porque estoy totalmente de acuerdo en que no se le debería de prohibir a nadie la educación, ya sea por diferente sexo, religión, orientación sexual o cualquier otro motivo. Todos somos personas y todos merecemos una educación mínima con la que poder formarnos para llegar a ser algo en la vida.

También me parece que Malala debería ser un ejemplo para las mujeres que aún se ven sometidas a los hombres, para esas mujeres que no pueden controlar su vida y que no pueden hacer nada para cambiar “su destino”. Señores, estamos en el siglo XXI, ya es hora de que se nos trate a todos por igual sin excepción.
Por: Irene Torres.

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